En el año 2017, estaba cursando mi segundo año en BSSM (Escuela
Sobrenatural de Bethel). Este es un lugar donde lo sobrenatural es el pan de
cada día y lo imposible parece posible, porque se cree que el cielo invade la
tierra. Es un lugar donde los milagros y las sanidades ocurren constantemente.
Mientras cursaba mi segundo año, un día recibí una llamada telefónica de mi
mamá. Me dijo: “Quiero contarte algo, pero no quiero que te preocupes”.
¿Cómo podía no preocuparme después de escuchar eso? Desde ese momento,
estaba muy preocupada.
Ella me contó que había ido a una cita médica para hacerse la mamografía
semestral. Resulta que el médico encontró unos quistes muy extraños y que era
muy probable que fueran cáncer. Al recibir esta noticia, traté de poner una voz
de “fuerte”, pero por dentro mi fe empezó a tambalear.
¿Cómo es posible que mi fe tambalee cuando he visto sanidades sobrenaturales
y milagros creativos? En ese momento, me olvidé de todo eso y solo la palabra
“cáncer” se quedó grabada en mi mente, junto con el recuerdo de mi abuela,
quien había estado postrada en una cama a causa de cáncer de mama, que fue la
causa de su muerte. Mi mente se nubló; olvidé todos los versículos sobre fe y
sanidades. Realmente sentí tanto temor y la frustración de no poder estar con mi
mamá.
Soy la hija mayor y he sido muy unida a mi mamá. Siempre la acompaño a sus
diligencias médicas y solía ser yo quien estaba pendiente de todo. Aunque
estaban mi papá y mi hermano, creía que ellos no le darían la atención y el
cuidado que yo podía ofrecerle. Comencé a llorar mucho y era inconsolable.
Llamé a uno de mis padres espirituales y él oró por mí, recordándome las
promesas de Dios. A decir verdad, fue difícil recibir todo lo que me decía. Me
sentía impotente y llegué a pensar en regresar a Colombia, pero eso significaría
dejar mis estudios.
En medio de todo el caos emocional que estaba experimentando, decidí salir a
caminar y hablar con Dios. Siempre he encontrado en las caminatas algo bueno
para mi vida espiritual. Mientras caminaba, Dios me recordó la historia de
Juan 4:46, cuando Jesús sana al hijo de un funcionario. Este hombre fue a
buscar a Jesús para que sanara a su hijo, quien estaba a punto de morir. Jesús,
con solo decir que el niño estaba sano, hizo que el hombre creyera y el niño fue
sanado.
Entonces Dios me hizo las siguientes preguntas: “¿Crees que yo soy el mismo
Dios aquí en Estados Unidos y en Colombia?” Le respondí: “Claro que lo creo”.
“¿Crees que aún sano?” preguntó Dios. Afirmé que sí, pero luego Él me dijo:
“Entonces, ¿por qué no crees que yo puedo cuidar a tu mamá y que puedo
sanarla?” En ese momento, Dios me mostró que había creído una mentira: “Que
yo era el sostén de la familia y sin mí nada funciona bien”. Dios me reveló su
verdad: “Él es la roca de mi familia y Él cuida de ella”.
Obviamente, rompí con todo pensamiento que no era de Dios y rendí todo a Él.
No voy a mentir, aún sentía temor, pero sabía que mi mamá estaba en las
mejores manos, que Dios la estaba cuidando y que Él es el hacedor de milagros.
Sabemos que para los que amamos a Dios, todas las cosas ayudan para bien.
Días después, mi mamá recibió los resultados de su examen. Me llamó
inmediatamente y me dijo que los quistes resultaron benignos, ¡no había ningún
cáncer! Dios hizo un gran milagro, no solo libró a mi mamá de las garras del
cáncer, sino que rompió toda maldición generacional, como Él nos había
prometido hace muchos años.
En medio de mi caminar con Dios, que ha sido toda una aventura, he podido
confiar más en Él. He decidido poner todo en sus manos y sé que los planes que
tiene para nosotros son buenos y perfectos.
Quiero animarte a que, sin importar la situación que estés pasando y cuán
incierta se vea, el Dios de todo el universo está en control de todo. Solo confía
en Él, descansa en sus brazos de amor y observa cómo Él empieza a transformar
tu miedo en esperanza.
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